Fortalezas y debilidades de las estrategias de gestión pública frente a la pérdida de biodiversidad en México

Fortalezas

Las estrategias mexicanas frente a la pérdida de biodiversidad muestran un enfoque integral y participativo. La Estrategia Nacional sobre Biodiversidad de México (ENBioMex) destaca por su estructura detallada y por haber sido construida con la colaboración de más de 350 instituciones y 1800 participantes indirectos. Esta participación intersectorial fomenta la corresponsabilidad en la gestión de los recursos naturales.

La ENBioMex incluye seis ejes estratégicos, 24 líneas de acción y 160 acciones específicas. Además, está alineada con compromisos internacionales como el Convenio sobre la Diversidad Biológica, las Metas de Aichi y los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Esta alineación le otorga una proyección global y le permite contribuir al cumplimiento de metas ambientales internacionales.

Las Estrategias Estatales de Biodiversidad (EEB) permiten adaptar las políticas nacionales a las realidades locales, fortaleciendo capacidades estatales mediante diagnósticos y planes de acción locales. Esto mejora la planificación territorial y permite una respuesta más contextualizada y efectiva.

En cuanto al impacto ambiental, estas estrategias buscan conservar y restaurar los ecosistemas, así como asegurar la provisión de servicios eco sistémicos esenciales, fundamentales para la vida y el bienestar humano. En lo social, se promueve la inclusión, justicia ambiental y respeto por la diversidad cultural, empoderando a comunidades locales para que participen activamente en la conservación.

Debilidades

A pesar de su planeación exhaustiva, las estrategias enfrentan desafíos en su implementación real. Existe una brecha entre lo planificado y lo ejecutado, debido a limitaciones como la falta de financiamiento, la escasa coordinación interinstitucional y la falta de mecanismos robustos de seguimiento y evaluación.

Otro punto crítico es la necesidad de transformar de forma profunda las causas subyacentes de la pérdida de biodiversidad, que son de índole económica, política y cultural. Las estrategias actuales, aunque reconocen estas causas, no siempre logran incidir en políticas macroeconómicas, agrícolas o industriales, lo que limita su alcance.

También se señala una falta de acción concreta y efectiva, dado que muchas medidas siguen siendo voluntarias. La crítica frecuente de “mucho discurso y poca acción” subraya la urgencia de pasar de la planificación a los resultados tangibles.

Por último, aunque se promueve la educación ambiental, se requiere una comunicación más efectiva y movilizadora para generar un verdadero cambio cultural y de estilo de vida en la sociedad mexicana.

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